A propósito de San Valentín, hoy quería regalarme un post, por el mero hecho que amo escribir lo siento, lo que voy desaprendiendo en este transitar.
Porque aunque el camino hasta aquí no ha sido fácil, cada vez el esfuerzo se desvanece de mi cabecita, tras una vida de sumisión y complacencia en tratar de agradecer y ser lo que los demás esperaban de mí, al fin puedo reconocer valores que había desestimado en mí, ya sea por patrones, miedos, transgeneracional, llámenlo como quieran, pero se que soy parte de muchas almas que han estado atrapadas en esas creencias de “mujer, hija, amiga, belleza, profesional, éxito, dinero, esposa..” en las que socialmente o mentalmente nos autoexigimos una perfección que nos somete a la sumisión, humillaciones, a hacer cosas que no queremos, a dependencias sobrevaloradas que nos someten a un patrón, a un marido, a una familia, al dinero, al esfuerzo, a cualquier cosa externa que tenga pinta de salvación, de reconocimiento, de felicidad, de amor, de todo eso que nunca supimos satisfacer por nosotros mismos.
Irrealidad mental que nos lleva a situaciones repetitivas y magnificadas de todo eso que tanto nos duele, de inicio se siente como un castigo, lo adornamos con culpas o juicios propios o del otro, vamos cambiando de parejas, de momentos que son lo mismo, porque todo lo que no trasciendes se magnifica, porque esas experiencias de conflicto de dolo, son el medio que tiene la vida para liberarnos de esa idea errónea que tenemos de nosotros, de la felicidad, del amor… Pues permite que ese dolor, esa impotencia, inconformismo, o lo que sea que sientas no de más y explote, en expresión, en decisiones, en poner límites, en soltar, en decir al fin no a lo que no quieres, en saber al fin lo que te gusta, lo que te hace vibrar, en lo que sea que hayas intentado ocultar de ti, convirtiéndote a través de esa experiencia en Dios de tu propia vida, autónomo y responsable de tus necesidades y de tus miedos.
En donde personalmente para mí ha sido como estar frente a un camino de dos vías, uno el del odio, resentimiento, dolor, culpa… Y otro el del amor, en el que logras ver la magia y la grandeza de lo que tienes, porque esa realidad cabrona que te creaste en base a tus miedos, te permitió ver ahora nuevos caminos, libertad, fuerza, amor, paz, en donde tienes el poder de hacer lo que sea, porque ya lo peor pasó, yo suelo decir que es como ya no tener nada que perder, cualquier cosa que hagas te sumará porque has dejado de someterte a expectativas de ti, puedes ser tú, tener un mal día, cagarla, expresar lo que quieres, emprender, amar, reconocer tu valor en cada cosa que te rodea, sabiendo que todo lo que ves es gracias a ti y nadie más. Porque somos Dioses creadores y estamos aquí para ser grandiosos y no para aguantar mierdas de nadie.
Y tranquila aunque a ratos no te des cuenta, la vida en su sabiduría sabrá poner a las personas y las circunstancias para que lo veas. Por eso no hay mejor cosa que agradecer cada instante de la existencia, da igual si lo entiendes o no, no te desgastes mentalmente en intentar reparar cada situación o a ti mismo, recuerda que estas vivo y que eres un ser divino más allá de la idea de cuerpo o emociones, que vino aquí gracias a una inteligencia superior, a crear luz, magia, vida, amor. Así que lánzate a ser tú, a reconocerte fuerte, independiente, bello, digno, bienvenido, reconocido, poderoso, talentoso, grande, porque si tú no lo ves primero, nadie más lo hará.
Feliz día, feliz vida.